Era tan genial. Como si dos cohetes se estrellaran junto a una dulcería situada en Plutón. Ahí estaban esas personitas, las cuales son mis amistades. Las actividades fueron las de siempre, como cantar en la ducha. Pero estaba yo, rodeada de androides simpáticos, solo mis androides. Lo único que necesitaba, y de la mejor manera que pudo ser, fué. Agradecida por eso, yo volví a mi casa, me saque mis zapatos para toboganes, mi sombrero de paja, y me puse a contemplar en infinito, con un ojo tapado.